La extraña entraña o El susurro de las tripas

Una comprobación se ha podido llevar a cabo en estos tiempos últimos: la voz de las emociones redunda sobre las cuerdas de las vísceras humanas. Cada día, llegan a mí más noticas de personas aquejadas por quebrantos de su sistema digestivo. Yo no he sido la excepción: un ronroneo empezó a recorrer mi lado izquierdo del abdomen y, poco a poco, como una serpiente, se fue deslizando hasta el lado contrario provocándome un malestar que involucra todo mi cuerpo. La causa la sé y no la sé. Justo en la etapa más álgida de mi malestar llegó a mí el primer capítulo de una novela de un escritor que decía ser periodista comunicador y que vivía en Villavicencio aunque era oriundo de Ibagué. Me dijo que se llamaba José Vargas y que había decidido renunciar a todo lo demás que no estuviese permeado con la literatura y, más aún, con la escritura. Al inicio de las conversaciones sonaba ansioso y muy deseoso de conocer mi apreciación del capítulo leído. Yo vi el alma de la novela desde el comienzo y me gustó la sensación que dejó en mí tras mi lectura desordenada de sus líneas. Aunque no me gustaba el título. Era solo un capricho. En la literatura, hay que ir mucho más allá de las cuestiones del gusto y avizorar la intención detrás de los malestares o comodidades. No lo comprendía muy bien. Amelia, mi hija, que estuvo como asistente y testigo de mis jornadas en el cuidado del texto y en su entendimiento de mi parte, en galopar a su ritmo, sí captó la esencia de ese susurro de tripas y soltó un “Ese título es inquietante”.

La historia va así: la calma de un pueblo y sus habitantes se ve un día interrumpida por un evento que, a lo largo y ancho de toda la novela, no tendrá respuesta. Lo dije. Esta irresolución pone al lector ante el reto de no satisfacer su curiosidad y sí le impone la misión de sostener una tensión que va creciendo como bola de nieve a medida que entra en contacto con los personajes de la novela. Cuál es el propósito de dicha tensión sino es el de revelar el carácter de cada uno de sus personajes: de los eventos derivados de ese primer traspiés se conocerá su temple, su dimensión profunda, su sistema de valores, y se pondrá en jaque el reinante equilibrio de la triada conformada por los poderes religioso, político y económico de Palatoa. El resultado provocará el susurro de las tripas de varios de los involucrados en la tragedia y el hervor de los fluidos y de la sangre de todos sus habitantes, vivos o muertos.

La novela está llena de lugares y de detalles que ambientan los hechos. Hay una especial relevancia de los objetos, no en vano el germen de El susurro de las tripas está en un cuento que desde el título se marida con una silla de madera con ruedas. En ella oiremos el sonido que provoca su recorrido por la plaza empedrada, o los pasos descalzos y sigilosos de una muchacha que corre a los brazos de su amante, o los gritos de las apuestas en la gallera, o el sonido de las pepas de mararay, o el chapoteo de los cuerpos semidesnudos en las aguas del Robeyagua. También sucede así con los animales que se convierten en testigos mudos de los hechos, que comparten el jolgorio y la vida pero también la tragedia y la muerte y que son, juntos con Oscar, el niño que mira al mundo desde la ventana de su casa, en los únicos que podrán escribir la historia que realmente sucede.

En estos tiempos últimos que han demandado de nosotros la adecuación, aceptada o no, a un nuevo modo de existir, El susurro de las tripas es un buen aliciente para continuar resistiendo y persistiendo en la decisión de tomar el camino del arte y de las letras.

 

Andrea Vergara G.

Nueve Editores

Deja un comentario

¿tienes un manuscrito que quieres publicar?

Lo tuyo es el talento, lo nuestro son los libros. En Nueve Editores contamos con un equipo idóneo y los mejores recursos para hacer tu sueño realidad. Desde la recepción del manuscrito, te orientamos en todo el proceso editorial y en la cadena de valor para que tu texto se transforme en un libro respaldado con nuestro selo editorial. Escríbenos y cuéntanos tu sueño.